¿Y si en lugar de simplemente tratar los síntomas de una enfermedad, nos preguntáramos por qué se originó? ¿Y si en vez de poner una “curita” sobre un problema crónico, buscáramos la causa real para sanar desde adentro? Este es el corazón de la Medicina Funcional, un enfoque médico que está transformando la manera en que entendemos la salud y la enfermedad.
Aunque pueda parecer una tendencia nueva, la idea de la “medicina funcional” tiene raíces profundas. Sorprendentemente, ya en 1871, la prestigiosa revista médica The Lancet publicó un articulo titulado “Una lectura clinica de medicina funcional”. En él, ya se exploraba una idea revolucionaria: para comprender qué nos enferma, primero debemos comprender a la perfección el funcionamiento normal del cuerpo humano.
Este concepto, aunque lógico, se fue diluyendo en un modelo de medicina más enfocado en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad ya establecida. Sin embargo, el concepto resurgió con fuerza por una necesidad imperante.
Fue en 1992 cuando el Dr. Jeffrey Bland, reconocido como el padre de la Medicina Funcional, fundó el Instituto de Medicina Funcional (IFM). ¿La razón principal? La alarmante epidemia mundial de enfermedades crónicas (diabetes, enfermedades del corazón, autoinmunidad, etc.). Estas patologías no solo disminuyen la calidad de vida, sino que también suponen una carga económica insostenible para los sistemas de salud. La hipótesis era clara y poderosa: si atacamos el problema desde la raíz, podemos disminuir drásticamente la incidencia de estas enfermedades y, a su vez, liberar recursos para el crecimiento y bienestar de una nación.
La Medicina Funcional parte de una premisa validada por la ciencia: los estudios nos muestran que apenas un 10% de las enfermedades crónicas tienen una causa puramente genética. El 90% restante se puede atribuir a factores relacionados con nuestro estilo de vida y el entorno.
Esto es una noticia esperanzadora, porque significa que tenemos un poder inmenso sobre nuestra propia salud. En lugar de centrarnos únicamente en el diagnóstico (la etiqueta de la enfermedad), la Medicina Funcional se obsesiona con la pregunta “¿Por qué?”. ¿Por qué esta persona desarrolló esta condición?
Para encontrar la respuesta, no miramos a un solo órgano, sino a la red interconectada que es el cuerpo humano. Se enfoca en pilares fundamentales que, cuando están en desequilibrio, se convierten en la raíz de la enfermedad:
Quizás la característica más importante de la Medicina Funcional es que es profundamente personalizada. Entiende que tú no eres un promedio estadístico. Para comprender lo que te enferma, te vemos como un ser integral, teniendo en cuenta: